Me enteré por casualidad.
El domingo falleció Julia Uceda.
Puede que te preguntes: ¿y quién coño es?
(Tengo la esperanza de que alguien de vosotres la conozca).
Pues fue Premio Nacional de Poesía en 2003.
Poeta sevillana nacida en el 1925, dedicó su vida a la docencia y a la poesía.
Vivió en Estados Unidos y en Irlanda, para luego volver a España.
Esta semana todo son titulares por su muerte. Pero la verdad, lo que necesitamos son artículos sobre su poesía. Mucha más difusión.
Me ha ofendido el titular, la verdad.
No te negaré que estoy escribiendo este correo como en un acto de justicia poética.
Dando la culpa a los medios, a la educación.
¿Por qué nadie me habló de ella ni de de tantas poetas maravillosas en el cole, en la ESO, en bachiller?
No las he conocido hasta mucho tiempo después. Visitando bibliotecas, y por casualidad.
Montserrat Abelló, Francisca Aguirre, Piedad Bonett, Laura Casielles, Mary Oliver, Ana Pérez Cañamares, Olalla Castro… ¡ahhhh!
Pero bueno, como los lamentos no nos llevan a ningún lado...
Voy a hacer mi aportación.
Hoy vas a conocer y leer la poesía de Julia Uceda.
« Yo soy feminista pero no me gusta el feminismo. A mí me humillaría muchísimo que se me reconociera porque soy una mujer. A mis lectores quiero que les guste lo que escribo o que no les guste pero que me reconozcan y aprecien por mi escritura y no por ser mujer poeta»
La poeta outsider
Por edad pertenecía a la generación del 50, pero estuvo desapegada de todo ese grupo. Iba a la suya.
Cuando le dieron el Premio Lorca en 2019, la llamaron la poeta “outsider” y le encantó ese apodo.
El tercer poema, mi favorito.
Siempre fui una extraña.
A veces me creía de la mano de todos,
entre luces y sombras, mi voz entre las voces.
Una amistad de pájaro
empapaba mis manos.
LA CAÍDA
Hay que ir demoliendo,
poco a poco, la sombra
que vemos. Que nos dieron.
Que nos dijeron: «eres».
Hay que apretar las sienes
entre los dedos. Hay
que asentir a ese punto
—comienzo, duda o hueco—
que yace dentro.
Y es preciso
que en una noche todo arda
—el «eres», el «seremos»—
y un terror polvoriento
nos muestre su estructura.
Es urgente bajarse
de los dioses. Tomar
el fuego entre las manos.
Destruir esos «yo» que nos presentan
una hilera de sombras agotadas.
Y dejarse caer sobre el principio
de la vida. O del sueño.
Ser solamente vida
presente. Sin recuerdo
de ayer ni de mañana.
CONDENADA AL SILENCIO
Cada hombre, en su noche,
sin saber dónde echarse como un perro,
descuelga los teléfonos, acude a la cena,
sostiene hermosas copas de cristal:
decora un friso monstruoso. Sigue.
Nada más natural. Lo extraño es esto:
no poder derrumbarse en las aceras
porque hay que mantener el orden público.
EL TIEMPO ME RECUERDA
Recordar no es siempre regresar a lo que ha sido.
En la memoria hay algas que arrastran extrañas maravillas;
objetos que no nos pertenecen o que nunca flotaron.
La luz que recorre los abismos
ilumina años anteriores a mí, que no he vivido
pero recuerdo como ocurrido ayer.
Hacia mil novecientos
paseé por un parque que está en París -estaba-
envuelto por la bruma.
Mi traje tenía el mismo color de la niebla.
La luz era la misma de hoy
-setenta años después-
cuando la breve tormenta ha pasado
y a través de los cristales veo pasar la gente,
desde esta ventana tan cerca de las nubes.
En mis ojos parece llover
un tiempo que no es mío.
«Yo no corrijo nunca un poema para que la palabra sea más bella o más precisa. Lo que quiero es que haya verdad y claridad, pero, sobre todo, claridad para mí misma».
RAÍCES
Si ya soy una vela estremecida
colmada por tu viento. Si has llegado
al último escalón. Si me has tomado
por la raíz más honda y más henchida.
Si yo soy ya tu colmo y tu medida
y estás dentro de mí, secreto, hallado.
Si ya sobre la frente me has soplado
para hacerme vivir, ciega y ardida,
antes de irte rompe mis raíces.
Quiero que las arranques, que las trices
al alba con tu mano firme y fuerte.
De no hincarse en tu tierra poderosa
no quiere mi raíz ninguna cosa
si no es andar hacia la muerte.
Como hice con Ida Vitale, quiero acabar con una joya.
En este vídeo podéis poner cara y voz a Julia. Explica su contexto, creciendo en una dictadura, siendo mujer y cómo tuvo que adaptarse (o no).
Gracias por leer, también en estos días perezosos ❤️.
Gracias
Gracias!! No la conocía!